Me llamo Martha Asunción Alonso. Despeino taytantas primaveras. Soy madrileña de nacimiento, apátrida por avatares del destino y cocinillas tanto por gusto como por necesidad.

Por el momento, he vivido en: Leganés, Carabanchel, la sierra de Guadarrama, Lyon, Lille, Nantes, el archipiélago caribeño de Guadalupe, Zárágózá, Cáceres, Cantabria, Holanda, Albania, Beauvais y Guadalajara.

Me gustan los helados de pistacho, como el que me estoy marcando en Bosnia en esta foto de 2015, cuando peinaba rizo largo y cana corta.

También me gustan las especias, los trenes, las rosas amarillas, desayunar salado, los quesos, los cines viejitos, los ukeleles, la lasaña, comprar libros de segunda mano con dedicatorias para otras personas, amasar, las postales, los mercados y los museos, valga la redundancia; la poesía, tomarme un café con leche en vaso en la primera gasolinera nada más cruzar a España por la frontera francesa, la mermelada de ciruelas claudias, coleccionar cuadernos, los frigopiés, volar, el limón, escuchar música en idiomas que no entiendo, traducir, el sushi y Eme.

Actualmente, ya no vivo con Eme cerca de un aeropuerto al norte de Francia, sino en la campiña arriacense. Continúo trabajando como profesora, aunque he cambiado los instis por la uni. No he dejado de perpetrar libros ni de zampar a diario.

Espero que la futura normalidad nos permita no dejar pasar muchas semanas sin gula de maletas.

En este blog escribo como jalo: rápido y feliz. Trata de viajes y mordiscos.