A nadie le amarga un Bilbo

Últimamente, la vida nos lleva a una de nuestras ciudades preferidas para tragos amargos.

No queda más remedio que endulzarlos recurriendo al infalible bollo de mantequilla, dulce típico de Bilbao desde 1813. Fue entonces cuando una pareja de primos suizos, Pedro Franconi y Francesco Matossi, abrieron una pastelería en el casco viejo. A la esponjosidad de la brioche original se le añadió un relleno de crema de mantequilla y una fina diadema de azúcar. Pronto se instauró como la merendola de moda entre el resto de cafés de la ciudad.

Y hasta hoy. Nosotros optamos por probar los de «Martina de Zuricalday», que dice ser la pastelería artesanal más antigua de Euskadi (1830). Hoy regenta el negocio la sexta generación de descendientes de la fundadora.

Heaven euskaldun.
Nota: el bollo de las fotos es de tamaño mini / para forasteras. Luego está el Bilbao size, para valientes.

También catamos la pantxineta, creada en 1915 por la pastelería «Otaegui» de San Sebastián: se trata de un delicado hojaldre tibio con almendras, relleno de crema de huevo y decorado normalmente con azúcar glasé (aunque esta nos la sirvieron con chocolate caliente).

Estando en Bilbao y siendo la Pascua sinónimo de temporada de bacalao, of course, tuvimos además que llevarnos puesto un pilpil.

Subimos por primera vez al monte Artxanda, desde donde se aprecia una panorámica espectacular de la ciudad y se recuerda el llamado «Cinturón de hierro» de Bilbao, construido durante la Guerra Civil para intentar frenar el avance de los fascistas.

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