Al oeste de la ciudad, colindan los barrios de Chelsea y Meatpacking district, paseo foodie imprescindible.
El nombre del segundo viene, claro, de la industria cárnica que se desarrollaba en él desde finales del siglo XIX.
En la zona hoy abundan los restaurantes, tiendas y cafés de moda. Cuidado, por cierto, con ciertos artesanos supuestamente locales: una intentó venderme una camiseta «hecha con materiales reciclados a mano en Brooklyn» y, cuando le pregunté el porqué de la etiqueta «Made in Italy», se quedó a cuadros y no supo qué decirme.
Destaca el Chelsea Market, en un antiguo edificio industrial que hoy pertenece a Google pero que en su día albergó la fábrica de galletas donde se creó la «Oreo biscuit», la preferida de los americanos.
En el interior, puede comerse desde sushi-mexicano de fusión a salchichas «currywurst» al estilo alemán, por solo citar dos opciones curiosas.
Hay también tiendas con productos importados de todas partes del mundo (por ejemplo, especias) y, cómo no, establecimientos de carnaza que mantienen vivo el espíritu original del distrito:
En las inmediaciones del mercado, los amantes del café de «Starbucks» disfrutarán de lo lindo en su tostadero selecto, donde pueden verse las máquinas en acción y comprarse cafeteras italianas de 500 lereles:
Es una buena idea, tras el voltio foodie, caminar por la «High line», una antigua vía de tren elevada reconvertida en parque urbano, con mucho verde e instalaciones artísticas que, seguro, deben de lucir mejor en un día de sol. Aunque bajo la llovizna de abril, con temperaturas suaves, igualmente resulta agradable.
Justo al lado, se encuentra desde 2015 la nueva sede del museo «Whitney» de arte americano, con vistas al río. Fue fundado por Gertrude Vanderbilt Whitney, escultora, mecenas y coleccionista. El arquitecto del edificio es el mismo que el del polémico Centro Botín de Santander: el italiano Renzo Piano.
Los viernes, de las 19h hasta el cierre (22h), la entrada es gratuita (se solicita una donación).
En la séptima planta, los personajes solitarios de los lienzos de Edward Hopper y las flores sensuales, soñadoras y pastel de Georgia O’Keeffe son una maravilla.