Quien dice primavera, dice picnic.
Pero decir picnic no tiene por qué significar organización extrema o profusión de preparativos instagrameros, milimétricamente calculados en función de su fotogenia.
A ver, a todas nos gustan más-que-a-un-tonto-un-lápiz las cestas de mimbre vintage, los mantelitos a cuadros, las copichuelas de champagne de esas de camping que se gastan los suecos, los holandeses y los europeos de pura cepa, vaya, al atardecer en sus parques-bosques impolutos…
En 2011, recuerdo frenar en seco mi bicicleta de alquiler en un parque-bosque de Estocolmo y en otro de Amsterdam, meses después, para quedarme mirando embobada a las familias clarísimas y los grupos de amigos de dos metros brindar en la hierba, ofreciendo cada grupo una estampa más sofisticada si cabe que el anterior.
Por esos nortes donde los prados nunca lucen cercados metálicos, se estilan mucho, por cierto, las barbacoas portátiles.
Todo eso está muy bien, sí. Y Zampa es la primera que, a menudo, se afana en preparar limonada casera y vistosas ensaladas en tarritos de cristal, pero hoy, tal vez por el sindiós del cambio horario o simplemente porque sí, porque a veces es un gustazo necesario dejarse ir, quiere reivindicar el picoteo castizo al raso: poco o nada tiene que ver con esos civilizados, elegantes y disciplinados picnics o pique-niques nórdicos.
Bastan:
-una bolsa de kikos, penúltimo capricho español de la despensa de los tesoros acumulados en el verano para afrontar las horas más bajas del invierno francés.
-dos bocadillos improvisados de tortilla francesa con queso fundido.
-unas lonchitas de chorizo.
-unas aceitunas verdes (lujo máximo: las rellenas de anchoa).
-un puñado de buenas fresas bien lavaditas en un tupper.
-dos latitas de refresco.
-18 grados al sol, en un pedazo de muelle junto al Sena libre (¡oh, milagro!) de caca de paloma (valen también otros rincones urbanos o periurbanos con agua más o menos turbia cerquita: desde Madriz Río hasta cualquier plazuela con grifo del mapa).
Y nada, Señoras y Señores, ¡que en un periquete ya tenemos montada la alegría de vivir!