El ruibarbo no es un pez

 

IMG_20180908_104337_644.jpg

El ruibarbo no es un pez grandote, como pensé la primera vez que escuché esta palabra.

Fue en la cantina del primer instituto francés donde aterricé, hace ya casi diez años, en calidad de asistente extranjera de conversación. Mmmmm, exclamó la profesora de español que ejercía de tutora conmigo, ¡hoy de postre tenemos tartaletas de ruibarbo! Mucho debí de arrugar el bigote, porque enseguida se apresuró a aclararme: Es una planta. Ya verás qué rico.  

Tenía razón.

Aquí en el norte de Francia, al igual que en ciertas zonas de la vecina Inglaterra, se estila mucho el ruibarbo en repostería, compotas y mermeladas. Aporta una dulzura ácida, por contradictorio que parezca, muy interesante. Es un producto con dos temporadas (primavera y principios de otoño) y económico. En España, sin embargo, apenas lo conocemos o se lo echamos de comer a los animales.

El tallo del ruibarbo luce un elegante color rosado, cubierto por filamentos tóxicos. También las hojas son potencialmente venenosas, al parecer. De modo que hay que limpiarlo a conciencia antes de emplearlo, quedándonos únicamente con la carne del tronco pelado.
ruibarbo0001.jpg

En la medicina tradicional china, según he podido leer, se emplea este vegetal desde hace siglos, por sus múltiples nutrientes y propiedades beneficiosas para la salud: contiene mucha fibra, manganeso, potasio, vitamina C…

Para desayunar, nos encanta, de sábado en sábado, darnos el lujo de una tartaleta de ruibarbo y fresas con un buen café. De momento no me he animado nunca a prepararla yo misma y las compramos en la pastelería de confianza, pero todo se andará.

Buenas ideas de recetas no faltan por ahí.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s